pEran los machos cabríos que tiraban del carro volador de Thor. Él en ocasiones podía comérselos y tras ello colocar sus huesos y su piel y revivirlos de nuevo gracias al martillo Mjolnir. Hubo una ocasión en la que Thor tuvo que resguardarse en casa de unos campesinos y para agradecérselo este cocinó a los carneros y les dio de comer a todos, pero a la mañana siguiente cuando les fue a devolver la vida vio que uno de los carneros cojeaba. Þjálfi el hijo del campesino confesó haber roto sin querer uno de los huesos y él y su hermana para que el dios no descargara toda su ira contra su familia pasaron a ser sus sirvientes.

 

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