Se fuma en pipa como el hachís o bien impregnándolo en golosinas o alimentos, y mezclado con bebidas alcohólicas. También impregnando el papel de un cigarrillo de tabaco con el aceite.

El aceite puede mezclarse con otro tipo de aceites comestibles que por lo general son amarillos y aclaran la mezcla final.

Esta droga no desarrollan dependencia física ni tolerancia, pero sí dependencia psíquica. Su consumo puede desembocar en muchos casos en los que se ha venido en llamar “la escalada de la droga”, pues se ha demostrado que de un 90% de los heroinómanos y otros abusadores de drogas mayores se iniciaron en el consumo de la marihuana.

Por otra parte subsisten los peligros hacia la criminalidad en el que usa esta droga, pues sus consumidores habituales, para proveerse de la misma necesitan dinero, y, en la mayoría de los casos, con la reventa y trapicheo a pequeña escala de esta y otras drogas.

También se han hecho muchos trabajos y existen teorías de que esta droga pudiera dañar a los cromosomas. 

A través de la inhalación es prácticamente imposible llegar a una intoxicación aguda porque las vías respiratorias no admiten más a partir de cierto punto, alcanzado el cual se generan accesos de tos y estados de sopor. En caso de intoxicación por ingestión se recomienda provocar el vómito si el sujeto está consciente, administrar leche o carbón activado para retardar la asimilación y llamar al servicio médico si se presentan cambios bruscos de temperatura, de presión o de ritmo cardiaco que puedan conducir a convulsiones. En caso de un «mal viaje» se recomienda lo mismo que en el caso de la marihuana: infundir confianza y serenidad al consumidor, cambiar de ambiente y de ser verdaderamente necesario, administrar 5 mg de haloperidol.