Es un ser que tiene una forma similar a la garduña, y su pelaje es multicolor. Su cabeza es blanca, su cuerpo bermellón, azul y negro, y su rabo violeta. Se origina a causa del vínculo de un gato montés y una garduña en la primavera cada once años.

Cuando nace, lo hace en una cueva, careciendo de vista y de color. Después, camina errante a ciegas por el bosque hasta que comienza a obtener visión. Es entonces cuando vuelve a la madriguera y mata a su madre, sacándole los ojos y succionando su sangre. Después, busca refugio entre los juncos al lado de los ríos hasta el momento en que se desarrolla y obtiene sus colores.

Leyendas y creencias: Desde que se desarrolla, come insectos y aves en los prados, e incluso se alimenta de la sangre de corderos o de niños a los que clava sus colmillos. Cuando llega a la edad de cinco años, crece de tal manera que su tamaño le dificulta correr o trepar árboles. Debido a que no puede huir, su padre, el gato montés, se venga por la muerte de su pareja la garduña y la deja ciega de dos zarpazos. Entonces, acaba sus días siendo devorada por otro depredador o despeñándose por algún risco. Por otro lado, el gato montés regresa a la madriguera y muere de pena recordando a su pareja.

En ocasiones nacen Monucas cuya piel es negra, de ojos de distintos colores: negro y rojo. En este caso, la Monuca mata a su padre, el gato montés, y es la garduña quien se venga de ella devorando sus patas y dejándola a merced de cualquier otro depredador.

Se dice que cada cien años, nace una Monuca de piel blanca que tiene un círculo de manchas rojizas en su espinazo, estando en el centro una coronilla púrpura. La única manera de asesinarla es clavarle un espino o afiler en la coronilla.

Cuentan las leyendas que existen otras de un tamaño más grande, hijas de un ojos y una jabalina. Nacen con una mancha en la cara, la cual reluce por la noche, aunque poco más se sabe de ellas pues se dice que solamente aparecen una vez cada doscientos años.

Las Monucas se muestran ariscas con las mujeres, a las cuales arañan o ciegan si intentan cogerlas. Por otro lado, con los hombres son más agradables, dejándose coger y ser llevadas a su hogar, donde les otorgan buena suerte hasta la muerte.