Es conocida, también, como Lamia. Se trata de una anciana de estatura pequeña, delgada y misteriosa, cubierta entera por una túnica negra. Solamente muestra las manos, negruzcas, sus pies, las cuales en verdad son patas de ave, y su rostro amarillo, arrugado y lleno de pelillos y verrugas. Su nariz es aguileña, y sus labios son finos y sin color. Únicamente poseen un diente, negro y parecido a una daga, que le llega hasta por debajo de la barbilla.
No aparecen de día, ni tampoco se sabe dónde habitan. Se piensa que viven bajo tierra.
Leyendas y creencias: Se dice que cuando un niño, tiene un color pálido y escasez de vitalidad, como si se hallasen enfermos, en verdad ha sido por causa de la Guajona. Ésta, de noche, se camufla entre las sombras, adentrándose en la casa de los niños sin hacer ruido y alimentándose de su sangre tras clavarles su diente.
Sin embargo, aunque se la considere malvada, su intención no es acabar con la vida de sus víctimas, sino alimentarse.