Es el duende mitológico más conocido de Cantabria. Se caracteriza por su forma de ser juguetona y su sempiterna risa. Es un ser pequeñito, de color negro como el carbón así como un pelo largo también oscuro. Tiene cara de pillo, ojos verdes y brillantes, colmillos torcidos, dos cuernos pequeñitos y un rabo muy pequeño. Es cojo de la pierna derecha debido a una mala caída al introducirse en una chimenea de un hogar, la cual utiliza cuando todas las ventanas se hallan cerradas. Su ropa es una túnica roja, hecha con cortezas de árbol, hiedra y musgo. En la cabeza lleva un gorro blanco, y también lleva un bastón de madera para apoyarse. Viven en los bosques cercanos a los pueblos e irrumpen en los hogares para obrar sus fechorías.

Leyendas y creencias: Todo suceso cuya explicación lógica no se encuentra es atribuido a obra del Trastolillo, por lo que la gente no se asusta tanto.

Uno de sus hobbies favoritos es el de cerner la harina, pero por toda la cocina, poniéndola perdida. Por ello, es apodado también como «Diablillo Cernedor». Su bebida favorita es la leche, esconde las albarcas, aflojar tornillos en días de vientos y requemar los guisos. Es capaz de imitar el sonido de los animales de cuadra y domésticos. Desde el maullido de un gato, hasta el rebuzno de un burro, lo cual hace para molestar y confundir a los humanos.

Su principal motivación es burlarse y reírse de los humanos, mayormente de los jóvenes. Aquéllos que distinguen su voz burlesca cuando se aproximan al bosque saben que serán víctimas de sus trastadas.