Se trata de un pájaro con enormes ojos de color amarillo y una mirada mortal, el cual es repudiado por su maldad. Su cuerpo está dividido en rayas azules y posee unos puntos rojizos en las alas. Tiene unas alargadas, puntiagudas y resistentes garras al final de sus patas. Su sangre es como aceitosa. Tiene un corazón oscuro, negro, y es duro como una roca. Durante las estaciones de calor se esconde, pues el sol puede llegar a freír su sangre, al ser aceitosa. Después del verano es cuando desfoga toda la maldad que ha ido conteniendo en la estación.

Tiene una forma extraña de originarse. El último día de invierno, en las cuevas del monte Escajo, se unen un murciélago y una lechuza, la cual tiene un punto violeta sobre su ojo izquierdo. Esta pareja se guarda fidelidad hasta la muerte, momento en el que el que fallece es devorado por el otro y desaparece para no volver nunca. Después de cinco años de que esta pareja se una, la lechuza incuba un huevo de color negro del cual aparece un híbrido del murciélago y de la lechuza. Antes de que eclosione, los padres desaparecen pues tal engendro nace con la maldad y sería capaz de devorar a sus progenitores. En cuanto rompe el cascarón, busca cualquier animal que tenga la fatalidad de hallarse en su camino para alimentarse de él. A los pocos días ya es capaz de volar.

Tras diez años de vida, sus alas quedan inservibles, por lo que deja de ser tan peligrosa. Es entonces cuando vive la vida bajo el agua de algún río. En los días de verano, debido al calor su sangre comienza a hervirle, por lo que escarba bajo los ríos para resguardarse, formando después los remolinos tan peligrosos y culpables de que se ahoguen niños que nadan en sus aguas.

Al cumplir justo cien años de vida, el pájaro muere tiñendo las aguas de color rojizo, pudriéndolas hasta que agua nueva las limpian.

Leyendas y creencias: Cuando este híbrido mira a una persona justo en el momento en el que suenan las campanas de una iglesia, la maldice de tal manera que sus entrañas comienzan a quemarle y a las cuatro horas fallece. A cuenta del sonido que provocan sus alas cuando vuela, la gente se percata de su inminente presencia, buscando cobijo donde refugiarse. Sin embargo, si no encuentran escondite, la única forma de protegerse de su mirada es fijar su vista en una golondrina que esté volando y recitar estos versos:

«Quitaste a Dios las espinas:

Quítame a mi el mal ardiente

De ese pájaro maldito

Que por sangre tiene aceite».