Seres marinos majos y queridos que habitan las costas de Cantabria. El origen de su nombre se debe a que cuando se juntan, juegan sobre la espuma de las olas o la estela que dejan los barcos. Son pequeños hombrecillos, de forma similar a churumbeles regordetes que visten túnicas del mismo color que las algas. No se suelen adentrar en la tierra, más que para ir a recolectar flores y así fabricar collares que les entregan a las sirenas, las cuales les devuelven el favor regalándoles caracolas. Es por ello que cada espumero lleva una.

Hay dos tipos de espumeros: los rubios y los morenos. Estos últimos, tienen unos ojos tan brillantes como faros, los cuales utilizan en días de niebla o noches oscuras para iluminarles el camino a los barcos. Los rubios son muy hermosos, y tienen por costumbre entrar en casas de forma sigilosa para obtener información sobre la familia que la habita, llevando luego tal información al marido, padre o novio que se encuentra de marinero en la mar.

Leyendas y creencias: Al llegar una tormenta, se suben a los acantilados, tocando sus caracolas para avisar a los pescadores de volver al puerto. A su vez, cuando en tierra firme hay sequía y las cosechas comienzan a marchitar, los espumeros llenan de agua de río sus caracolas y vuelan sobre los campos esparciéndola.