Extraño ser de tamaño pequeño, muy fuerte con similitudes humanas pero con cuerpo de animal. Su sangre es blanca, su cabeza enorme con un cuerno gordo. Su pelo es áspero y grueso. Su rostro es el de un humano de color negra, y posee tres ojos de color azul, verde y rojizo, además de una barba larga. Tiene tres brazos sin manos, así como piernas bien resistentes llenas de cicatrices. Su brazo derecho tiene manchas verdes, y a su cuello lleva colgando un collar rojo que simula fuego en la oscuridad. Tiene multitud de dientes y su hambre es temible. Su ubicación se localiza en Sopeña, en el valle de Cabuérniga, en la cueva de Peñona.
Leyendas y creencias: Se creía que eran concebidos por Anjanas malvadas, ya fuera obra de una maldición o de sus propios pecados, que acababan transformándose en temibles brujas que yacían con osos cada treinta años, dando a luz a este ser tras veinte meses en cinta.
De pequeños son alimentados por sus madres con hojas de roble y acebo. Se les evita dar leche, pues les causa terribles hinchazones e incluso les llega a provocar la muerte. Sin embargo, tan pronto crecen un poco pasan a alimentarse de todo tipo de animales, cazándolos con sus brazos o su cuerno. En el invierno, no dejan sus guaridas debido a la nieve, así que su alimento en esta época se basa en gusanos que descubren escarbando el suelo con sus cuernos.
También se alimentan de niños, devorando la cuna inclusive. Las madres, para ahuyentarlos, colocan ramitas de acebo o de roble sobre la cuna, pues no aguantan el olor de la comida con la que fueron alimentados de pequeños.
Después de que un Cuegle muera y su cadáver comience a pudrirse, aparecen dentro de él gusanos rojos y blancos los cuales parecen convertirse en babosas. Quien encuentre una de éstas y la atrape, mientras la lleve consigo en una caja o similar tendrá suerte en su vida, sus cosechas proliferarán, vivirá largo y estará protegido contra el Ojáncano.