Sílfide y Silfo | Los espíritus del aire
La Sílfide es un espíritu femenino del aire según la tradición hermética europea. Están relacionados etimológicamente con los Elfos pero, a diferencia de éstos, no existen mitos explícitos sobre ellos. Su forma masculina es el Silfo.
El término, en especial su versión masculina usada como genérica, «Silfo», se origina en la obra del médico y alquimista Paracelso, quien los describía como seres elementales del aire, es decir espíritus ligados al aire en cuanto uno de los Cuatro Elementos de la Naturaleza. Dado que la alquimia moderna derivó de Paracelso, los alquimistas y otros grupos esotéricos volvieron a menudo al tema de los Silfos y las Sílfides en su literatura hermética.
Son los encargados de mantener el cuidado y la limpieza del aire. Gobiernan los remolinos, huracanes y otros movimientos del aire dando equilibrio al planeta.
Son seres muy buenos, pero se ofenden fácilmente. El modo de manifestar su enojo es provocando grandes torbellinos o huracanes. Se caracterizan por ser muy cambiantes.
Normalmente, la manera de captarlos es mirando las formas que adquieren las nubes, creyéndose que son manifestaciones de estos seres fantásticos.
Prefieren vivir solos, y sus facciones son infantiles y de orejas terminadas en punta. Viven en casas abandonadas en el campo y les gustan las cosas caras que roban de otros lugares.
Los Silfos y Sílfides son los encargados por excelencia de formar las nubes y las lluvias.
Las Sílfides son todas muy bellas y se manifiestan de distintas maneras, como mariposas, o pequeñas lucecitas en la oscuridad.
Otra función de las Sílfides es la de obrar de musa inspiradora de los artistas, ayudando a los que trabajan con la imaginación, sintiéndose muy satisfecha cuando lo consiguen. Son muy buenas, siempre y cuando no se las ofenda, y se cree que tienen mayor contacto con los ángeles que el resto de los elementos.
Se dice que sus debilidades son ser quemadas con fuego, ahogadas con agua o que sin querer pisen la tierra, quedando atascadas en ella.
También se ha hablado de que no poseen alma como tal, y que la única manera de adquirir una es uniéndose en matrimonio con un humano.
Debido a su inmensa inclusión en obras y mitología, es difícil tener una versión original de las características de este ser, quedando expuesto a la libre interpretación de la imaginación de los artistas que la hayan mencionado. Lo que sí es cierto es que no tiene similares en mitologías famosas europeas, como la romana o la griega. Lo más parecido que podríamos encontrar sería una ninfa.
Lo que más en común tuvieron los artistas originales fue en darle una concepción de ser neutral que no se decantaba por el bien y el mal, términos altamente relativos.
El término «sílfide» ha pasado a nuestra cultura para referirse también a mujeres esbeltas y bellas.
Durante la era romántica fueron escenificadas en teatros, óperas y ballets, siendo el más famoso «La Sylphide».
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