Un Fuego fatuo es un fenómeno consistente aparentemente en la inflamación de ciertas materias (fósforo, principalmente) que se elevan de las sustancias animales o vegetales en putrefacción, y forman pequeñas llamas que se ven andar por el aire a poca distancia de la superficie, se encuentran en los lugares pantanosos y en los cementerios. Son luces pálidas que pueden verse a veces de noche o al anochecer. Se dice que los Fuegos fatuos retroceden al aproximarse a ellos. Existen muchas leyendas sobre ellos, lo que hace que muchos sean reacios a aceptar explicaciones científicas, ya que desde antaño las personas han tenido este fenómeno como el alma de un ser fallecido.
Entre la población rural europea, especialmente en la cultura popular gaélica y eslava, se cree que los Fuegos fatuos, son espíritus malignos de muertos u otros seres sobrenaturales que intentan desviar a los viajeros de su camino, alejándose cada vez que alguien trata de acercarse. A veces se cree que son espíritus de niños sin bautizar o nacidos muertos, que revolotean entre el cielo y el infierno.
El Fuego fatuo aparece en numerosas leyendas populares de las Islas Británicas, siendo a menudo en ellas un personaje malicioso, si bien los Fuegos fatuos no siempre se consideran peligrosos; hay algunas leyendas que los hacen guardianes de tesoros. Otras historias tratan sobre viajeros que se pierden en el bosque, se encuentran con un Fuego fatuo y dependiendo de cómo le tratan éste los pierden aún más en él o le guían fuera.
Los Fuegos fatuos presentan bastante resistencia a la magia y sólo algunos conjuros consiguen afectarles.
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