Manuel Blanco Romasanta nació en Ourense en 1810. Sus padres lo bautizaron con el nombre de Manuela al confundir su sexo con el de una niña, pero el doctor les sacó de dudas y confirmó que en realidad era un niño. Sus padres cambiaron su nombre de inmediato, pero las habladurías y burlas dañaron el psique del infante desde temprana edad. A los 24 años empezó a recorrer con su carruaje-tienda por toda España hasta internarse en Portugal.
Galicia, Portugal y Castilla fueron sus principales destinos hasta que se involucró en un extraño suceso: la muerte del alguacil De León, que había salido de su casa para embargar la tienda de Manuel por una deuda. No se supo del funcionario hasta que días después se encontró su cadáver. Manuel fue condenado mientras su paradero era desconocido
Así, comenzó la historia más espantosa de Romasanta. Huyendo del peligro se instaló en Rebordechao, donde se dio a conocer como un personaje ejemplar y se hizo querer por la gente y obtuvo un aprecio por el pueblo.
Era tímido y reservado; parecía un hombre de bien, así que nadie sospechó que era una bestia sedienta de sangre. Una amiga suya, Manuela García, había decidido buscar fortuna en otro lugar junto con su hija de 6 años. Manuel se ofreció caballerosamente a llevarla hasta Cantabria en su tienda ambulante, pues conocía muy bien los caminos del país. Todo parecía marchar bien; había tomado un descanso por la noche para dormir y él se encontraba haciendo guardia. De pronto, algo sucedió, activándose en Manuel un deseo de sangre. Acechó a la mujer y a la niña y las despedazó una después de la otra. En Portugal vendía una grasa que era considerada una especie de medicina popular y se cotizaba su peso en oro. Después se supo por la confección de Manuel que se dedicaba a despellejar y raspar el interior de la piel de sus víctimas para vender su grasa y pertenencias
Cuando regresó al pueblo los familiares de Manuela le hicieron muchas preguntas, a lo cual respondió que ella había llegado bien y había conseguido un buen trabajo. Es por eso que muchas personas empezaron a pedir a Manuel que las colocase en Cantabria. Él respondió que haría lo posible por conseguirles trabajo a todas
Poco a poco, las mujeres fueron viajando con Manuel para buscar una vida mejor, pero con el paso del tiempo ninguna de ellas fue vista nuevamente. Fue detenido cuando unos aldeanos lo reconocieron y avisaron a las autoridades. Después de su captura, Manuel confesó haber asesinado a varias personas en diferentes épocas y sitios con sus propias garras y colmillos, según él una fuerza maligna lo convertía en lobo y lo impulsaba a atacar a las víctimas y devorarlas. Se creyó que estaba loco, pero fue sometido a varias pruebas psicológicas y médicas que confirmaban lo contrario.
Para la gente, resultó increíble cómo un buen católico como lo había sido Manuel pudo haber cometido semejantes atrocidades.
Fue condenado a muerte con garrote vil, pero el doctor Philips rogó que la ejecución fuera detenida por medio de una carta donde afirmaba que Manuel era víctima de una especie de locura conocida como licantropía y que se manifestaba como trances en que el sujeto actuaba como lobo y perdía la conciencia de sus actos. El doctor Philips estaba decidido a salvar la vida de Manuel para tenerlo como objeto de estudio. Sorprendentemente, la reina tomó cartas en el asunto y la condena fue cambiada por cadena perpetua. Se sabe que Manuel ingresó a prisión pero jamás se le vio salir ni se tiene registro de su muerte o alguna tumba con su nombre.

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