En el antiguo Egipto, la gente creía en una vida después de la muerte, preparándose durante toda su vida para cuando les llegase la muerte, siguiendo unas normas establecidas en el Libro de los Muertos. Consideraban que su cuerpo y su espíritu importaban durante su existencia, tanto en la vida como en la muerte. Por eso, las momificaciones o amortajamientos eran comunes para ayudar al fallecido a hallar su camino en la otra vida. Llenaban las tumbas con alimentos, herramientas, tesoros… lo esencial para que el difunto pueda ser feliz por el resto de la eternidad.

Los antiguos egipcios creían que el alma humano estaba conformada por el Ba, el Ka y el Aj.

Las doce cavidades del Más allá

En Egipto, cuando llega la noche, el Sol, el cual se engulle por Nout, diosa celeste, atraviesa un viaje largo y nocturno. Traspasa el primer pórtico, custodiado por serpientes, y se adentra bajo el horizonte.

Después, por cada puerta que atraviesa, el Sol es recibido por los fallecidos, despertando durante una hora gracias a la calidez del astro. Entonces, los muertos ansían conseguir un lugar en la barca solar (llamada MandjetMesektet).

Una vez el sol llega hasta la última puerta, cuatro monos abren el pórtico anunciando que la estrella va a volver a brillar sobre la Tierra.

Aparte de estos lugares, hay otra zona en el más allá, donde los rayos del sol no llegan llamada el hetemit (lugar de destrucción). Aquí, la destrucción se encarga de hacer desaparecer a los enemigos de los dioses.

Cada fallecido era llevado por Anubis hasta el lugar del juicio, llamada sala de las dos verdades, donde el corazón del muerto se pesaba en una balanza contra una pluma, la cual representaba a la verdad, llamada Maat. Si el desenlace era positivo, el fallecido era llevado hasta Osiris, en Aaur. En cambio, si el resultado era negativo Ammit, llamado como «devorador de corazones» destruía el corazón, negándole la eternidad al muerto.

El castigo

Los fallecidos que acaban siendo condenados de forma desfavorable en el tribunal de Osiris sufren un castigo horrible.

Son llevados a zonas donde son decapitados, abrasados y desollados por unas criaturas tenebrosas. De esta manera, su «Ba» se desvanece, quedando en un letargo de no existencia, negándoseles una vida tras la muerte.