Hace poco, se ha empezado a emitir un programa en televisión sobre animales ejecutando ciertas acciones para goce y disfrute del público. De entre los protagonistas uno captó mi atención, un oso. No vi nada más, solamente al oso. No me hizo falta más para saber de qué iba la cosa.
Un animal salvaje, nacido en la naturaleza. Una bestia enorme, respetada y temida, ridiculizada de tal forma que daba pena verlo.
Le obligaron a realizar acrobacias, a interpretar gestos humanos, a bailar, a usar un hula-hoop, a tocar una trompeta, a hacerse incluso un selfie. Por favor, ¿qué clase de persona normal cree que el oso ha sido entrenado solamente con estímulos positivos?
Para explicarme. El ser humano aprende viendo, imitando, analizando, fallando, y acertando. Y, aun así, no aprende del todo. Tenemos nuestros procesos mentales que determinan si deseamos ejecutar una acción o no. Los animales salvajes no actúan así, sino por lo que esperan obtener. Es decir, si un mono sabe que bailando procreará, se pondrá a bailar. Si sabe que bailando recibirá una electrocución, no bailará. Así aprenden.
Distinto a los domésticos, los cuales tienen afinidad por favorecer una relación amistosa entre hombre-animal, y a los cuales se les puede enseñar con estímulos positivos (abrazos, palabras de cariño, galletas, juegos…). Pero… ¿los salvajes? En su sangre llevan la libertad de la naturaleza y la fiereza de lo que son. Ellos corresponden a estar en la naturaleza, no a ser humanizados para diversión de cuatro gilipollas.
Reís, aplaudís, os maravilláis por lo que veis. Pero no podéis vislumbrar el sufrimiento en sus ojos? ¿Tan malos sois analizando lo que veis?
“Oh, guau, increíble”, sonriendo como unos lerdos. Por favor, por el amor de Dios. Cualquier persona con dos dedos de frente vería lo que sucede detrás. Un animal salvaje aprende a base de palos y hostias, anulando su capacidad de ser lo que es por temor a seguir siendo maltratado, y luego ya le recompensan cuando hace algo bueno. Le dan migajas, una felicidad falsa, un amor convenido tras haberlo torturado. Y cuando no vale más… lo desechan como si basura fuera.
Y este programa está fomentando eso. A que más maltratadores deseando ganar dinero retuerzan a los animales hasta privarles de lo que una vez fueron o pudieran haber llegado a ser.
Y no sólo este programa, sino también otros, circos, exhibiciones… Pero, claro, mejor ponerlos en directo delante de cien mil personas que se rían y admiren el trabajo de los «domadores».
Con lo sencillo que es hacerlo con animales domésticos tenéis que llevar a salvajes cuyas vidas dejaron de pertenecerles desde el momento en que nacieron…
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