En la mitología japonesa, la leyenda japonesa de Yamamba (Yoma-uba) sigue siendo sonada hoy en día. Se trata de un ser monstruoso que puede comerse de sólo un mordisco a los viajeros perdidos en rutas y montañas. Se dice que en verdad es un espíritu atormentado cuyo origen se debe al abandonamiento que hubo en Japón de ancianos cuando hubo épocas de hambre. Otros afirman que es un demonio antiguo que reside en las montañas. Puede cambiar su apariencia adaptándose al momento, lo cual le permite acercarse a sus víctimas. Es por esto que puede tentar a sus presas con una apariencia atractiva. Sin embargo, su cara real es el de una mujer horrible, demacrada y desfigurada de cabellos largos. En varias ocasiones se le representa con una boca gigantesca que cubre todo su rostro, en otras la boca está en la nuca y puede devorar con ello a una persona en un momento.

Se comenta que es experta a la hora de crear pociones y venenos, una bruja que en ocasiones hace tratos con humanos desesperados, a los cuales otorga una poción si a cambio se le ofrece una o varias presas para ella.

A pesar de que el trato no siempre es seguro, depende de cómo se encuentre Yamamba en ese momento. Se dice que a cuenta de esa personalidad tan inestable en ocasiones se muestra amable y bondadosa.

Esta leyenda sigue tan vigente en Japón que por los años noventa se le puso su nombre a una moda que apareció entre las jóvenes. Las yamamba son jóvenes que usan un maquillaje bastante estrafalario. Son chicas con un bronceado en su piel, aplicándose un color blanco alrededor de sus ojos y labios (como si fuese una máscara). A su vez, le quitan color a su pelo para conseguir un rubio platino.

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