Apollymi era hija del Caos y Zenobi (el viento norte Atlante), naciendo como la diosa de la Vida, Muerte y la Sabiduría.

Cruel y caprichosa, era la diosa más poderosa de entre todos los dioses atlantes y únicamente podía ser contenida por su marido, y a su vez hermanastro, Archon. Se movía con el viento y era capaz de asesinar a sus víctimas en un instante. Se cuenta que los que estaban a punto de ser asesinados veían su cabello rubio en la niebla un momento justo antes de que perecieran, y al instante de su muerto lo último que veían eran sus ojos pálidos despiadados.

Una diosa paradójica, pasaba de ser amable y cariñosa a ser cruel y fría. Nadie, ni siquiera su marido, se sentía a gusto a su lado debido a sus cambios de humor tan drásticos. Ejemplo de ello es cuando Archon le pidió que sacrificase a su hijo, Apostolos, por una visión en la que su hijo traería la destrucción al panteón. Encolerizada, se abrió el vientre y salvó a su hijo, entregando a cambio una roca del fondo del mar. Temiendo su venganza, el resto de los dioses se unieron y la encerraron en Kolasis, un plano entre dimensiones como el inframundo.

Varias historias giran en torno a su liberación. Algunas cuentan que podría hacerlo con la sangre del sacrificio de un atlante. Otras, que solamente su hijo perdido Apostolos podría liberarla.

Cuando su hijo murió a manos de Apolo, se liberó y asesinó a todos los dioses atlantes que la habían encerrado (es decir, todos). Después, hundió a su pueblo en las profundidades del mar al tiempo que escuchaba sus gritos de auxilio y de terror a la vez que el viento traía la desolación consigo y acababa con sus vidas. Para ella, fue la melodía más dulce que jamás había oído.

Después, viajando a Grecia mientras destruía todo a su paso, llegó al Monte Olimpo dispuesta a asesinar a Apolo, Artemisa y a los Destinos. Las tres jóvenes que controlaban el destino buscaron a Artemisa, convenciéndola de resucitar a su hijo del Hades para que pudiera encerrar de nuevo a su madrastra.

Ahora, ella espera en su prisión, aguardando el día en que sea libre y traer desolación y desgracias a la Tierra, cumpliendo con el Telikos, es decir, el fin del mundo.

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