La leyenda de la Atlántida nace de Platón en, aproximadamente, el 350 a.C., donde en los diálogos de Timeo y Critias, habla sobre la historia de una civilización en una isla «más allá de las columnas de Hércules» (lugar conocido como el Estrecho de Gibraltar). Platón afirmaba que se basaba en el legislador y sabio, Solón, quien oyó en Egipto sobre una isla destruida «al oeste» en consecuencia de un maremoto que la sumergió bajo las aguas en apenas unas horas.

En aproximadamente veinte páginas describe tal cultura, hablando de sus abundancias y amplia tecnología, y cómo a causa de una afrenta a Poseidón (ya que eran sus adoradores) éste los castigó, sepultándolo bajo las aguas.

Podría parecer que es una simple historia que habla de un mito, pero ha causado fascinación y motivo de búsqueda con el paso del tiempo, ya que muchas culturas dispares tienen una leyenda similar en la que tratan sobre tal isla majestuosa. A pesar de todas las teorías, muchas han ido siendo desestimadas, pero aun así no se ha perdido todavía la fe de su existencia.

Descripción de la isla

Los textos de Platón detallan la geografía de la Atlántida de forma abrupta, escarpada, a excepción de una gran llanura de forma alargada de 3000 por 2000 estadios (unos seiscientos kilómetros por cuatrocientos), la cual está rodeada de montañas hasta el mar. Hacia la mitad de la llanura, se ubica una montaña baja, la cual fue hogar de uno de los primeros habitantes, de nombre Evenor, quien nació del suelo.

Según se relata en el diálogo «Critias», Evenor tuvo una hija llamada Clito. Según este relato, Poseidón era el dueño de la Atlántida, ya que le tocó cuando el mundo fue repartido entre los dioses. Por ello de su influencia en la isla. El dios se enamoró de Clito, creando tres anillos alrededor de la montaña donde su amada vivía, ya fuera para protegerla o quizá mantenerla cautiva. Entre ambos tuvieron diez hijos, por lo que el dios dividió la isla en diez reinos que repartió entre ellos. Al mayor, «Atlas» o «Atlante», le entregó el reino de la montaña junto a los círculos de agua, dándole también poder sobre el resto de sus hermanos. En su honor, la isla fue bautizada como «Atlántida», y el mar que la rodeaba, «Atlántico». Su hermano gemelo llevaba el nombre de Gadiro (Eumelo en griego) y gobernaba el extremo de la isla que llegaba desde las Columnas de Hércules hasta la región que, por su nombre, se llama Gadírica.

Con el favor de Poseidón, la Atlántida era abundante en recursos. Contenía todo tipo de minerales, destacando el oricalco (cobre de montaña), el cual era más valioso que el oro y a su vez era venerado en rituales religiosos. Se relataban grandes bosques, animales como elefantes, y deliciosos alimentos procedentes de la tierra.

Semejante prosperidad y abundancia dieron a los atlantes el avance para construir grandes obras. Sobre la montaña rodeada de círculos de agua, construyeron una excelsa acrópolis llena de edificios significativos, entre los que se destacaban el Palacio Real y el templo de Poseidón. Construyeron un gran canal, de 50 estadios de longitud, para comunicar la costa con el anillo de agua exterior que rodeaba la metrópolis; y otro menor y cubierto, para conectar el anillo exterior con la ciudadela. Cada viaje hacia la ciudad era custodiado desde puertas y torres, y cada anillo estaba rodeado por un muro. Los muros estaban construidos de roca roja, blanca y negra sacada de los fosos, y recubiertos de latón, estaño y oricalco. Finalmente, cavaron, alrededor de la llanura alargada, una gigantesca fosa a partir de la cual crearon una red de canales rectos que regaban todo el terreno.

Caída del imperio atlante

Los reinos de la Atlántida constituían una confederación gobernada a través de leyes, las cuales se encontraban escritas en una columna de oricalco, en el Templo de Poseidón. Las principales leyes trataban sobre que los distintos reyes debían socorrerse mutuamente, no atacarse y tomar juntos las decisiones que correspondiesen a la guerra y otras actividades comunes, por consenso y bajo la aprobación del linaje de Atlas.

De forma cambiante, cada cinco o seis años los reyes se reunían para pactar acuerdos así como juzgar y castigar a quienes incumplían las leyes.

La justicia y la virtud eran propios del gobierno de la Atlántida, pero a medidas que los descendientes de Poseidón iban desvinculándose de su naturaleza divina, la soberbia y la ambición dominó sus espíritus, llevándolos a conquistar pueblos en Libia, Egipto y Europa hasta Tirrenia, según relata el «Timeo». Finalmente, cuando intentaron poseer Grecia y Egipto, fueron derrotados por los atenienses.

El Critias relato sobre cómo los dioses decidieron castigar a los atlantes por su arrogancia, pero el relato termina en el momento en que Zeus y otros dioses se reúnen para dictaminar un veredicto. Por lo general, se asume que su final fue un terremoo y una inundación que hizo desaparecer la isla en el mar» en un día y una noche terribles», según se describe en el Timeo.

 

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