Se trata de jóvenes de un tamaño diminuto que se visten con capas de hilo tanto de oro como de plata. Todo su pelo es rubio, y suelen llevarlo recogido en trenzas. En su frente se muestra una estrella brillante de color azul. Llevan como adornos anillos blancos, así como brazaletes de oro. Tienen a su disposición riquezas, y debido a su belleza son confundidas con las anjanas, pero en verdad sus poderes son menores. Viven en excelsos palacios construidos a escondidas bajo fuentes o ríos en Cantabria.
Leyendas y creencias: En los días que hace sol, las mozas emergen para extender sobre la hierba madejas de hilo de oro con el propósito de secarlas, las cuales han ido hilando en sus palacios. Ellas nunca duermen. Mientras la madeja se seca, ellas se agarran de la mano y bailan y cantan con regocijo. En el baile, bajo sus pisadas brotan flores que vuelan al aire semejándose al a espuma. Se dice que si un humano logra recogerla antes de que desaparezca, será feliz durante toda su vida.
Después de que las madejas se sequen, las recogen y vuelven a sus palacios. En ocasiones, se dejan un pequeño extremo suelto que es descubierto por un joven que intenta recogerlo. Sin embargo, las muchachas al sentir la tirantez, arrastran al muchacho hasta su palacio, donde en lugar de ahogarlo, le dan el honor de elegir a una de ellas como esposa. El muchacho dejará de pertenecer al reino de los humanos excepto un día al año, el día más largo. En este momento, sale junto a su esposa y camina con ella por el bosque, dejando al lado de los árboles un adorno tal como un anillo, un broche o un collar.
Tal joya es invisible, excepto para las mujeres honradas y virtuosas, las cuales pueden descubrirlas y guardarlas durante el resto de su vida, pues resultan ser un talismán que les otorga la ventaja de poder sanar cualquier enfermedad con el agua de un río o una fuente. Se dice que la mayoría de las curanderas de Cantabria deben su poder a una de tales joyas que descubrieron cuando eran jóvenes.