El Oricuerno, llamado a su vez unicornio o Alicornio, es un ser mitológico conocido en distintas culturas.

Se trata de un caballo blanco, cuyas patas son como las de un venado y posee la cola de un león. Su cabeza es de color violeta, sus ojos son azulados y lleva un cuerno alargado en espiral en la frente. Es de color blanco en su raíz, negro por la parte del centro y bermellón en la punta. Se parece bastante al unicornio, aunque la diferencia por su nombre se debe a las alas que se sitúan por encima de sus pezuñas.

Su galopar es tremendamente veloz, lo cual lo convierte en un ser no muy vistoso. Sin embargo, aquéllos que lo vieron afirman que iba rebotando como una estrella. Se alimenta de las flores más bellas que crecen a la sombra de los picachos y bebe de los manantiales más puros. Tales flores le confieren una fuerza con la que es capaz de atravesar a un oso con su cuerno, así como una velocidad en la que ningún cazador ni jauría pueda alcanzarlo. Habita en las zonas más altas de las cumbres, por encima incluso de las nubes.

Leyendas y creencias: Se dice que la forma de atraparlo era mediante el señuelo de una bella mujer, la cual era atada en un árbol para evitar que se escapase. Entonces, cuando el alicornio pasaba cerca, se arrodillaba ante la pureza de la mujer, llegando a hincar el cuerno en la tierra bajo sus pies, momento en el que los cazadores aprovechaban para atacarlo y matarlo, pues quien bebiera de su cuerno sería inmune a venenos y maldiciones.

Se comentaba que estos seres eran capaces de transformar a las mujeres en hombres el día de San Juan, curar la impotencia, venenos o incluso purificar las aguas, por lo que se consideraban talismanes con efectos mágicos. De su cuerno, se hacían cruces y se bendecían las aguas de los ríos que fueron envenenados por seres malvados.