Candamo era el dios del trueno y la tormenta, hallando su semejante en los dioses romanos a Júpiter. Se especula que pudo ser el dios padre en el panteón cántabro, y al cual podría habérsele llegado a ofrecer sacrificios humanos.

La etimología del nombre de Candamo parece venir del indoeuropeo Kand “arder, resplandecer, brillar”, lo cual nos ofrecer una relación con los rayos y tempestades. O, también según alguna otra interpretación, con las cumbres de las montañas nevadas en invierno.

Lo que aparenta ser más evidente es que Candamo fue un dios del cielo al que los propios romanos emparentaron con Júpiter, lo cual nos indica que fue el dios más importante para los cántabros y astures, encontrando su similitud con Odín, Zeus, Júpiter o Wotan.

También, por estas razones y rasgos ha sido comparado con el dios de los galos, Taranis, del cual hay representaciones en Asturias y Soria.

Por ello, el resumen es que Candamo es un dios padre, asociado con los truenos y los rayos, así como la ira y la energía, siendo la rueda solar su símbolo de energía primordial. Reside en las cumbres de las montañas más próximas a los cielos. Cada mañana las montañas amanecen rodeadas de nubes, pues en ellas nacen las tormentas. Las montañas eran respetadas como lugares sagrados, ya que se asociaba a que su espíritu, al no estar su cuerpo presente, moraba en ellas, por lo que eran motivo de adoración y veneración.