A día de hoy sigue habiendo cántabros que veneran a las Anjanas sin que éstas hayan quedado desplazadas por santos y vírgenes, como la Iglesia ha ido haciendo con las cultura paganas. Siguen atribuyéndole buena suerte a esta hada, y todavía se asusta a los niños con historias del Ojáncanu. Sin embargo, este mundo místico ha ido desapareciendo con el tiempo, surgiendo nuevas leyendas y olvidándose otras muchas.
Gracias a la recopilación de mitos y leyendas de Manuel Llano Merino (1898-1938), obtenido a través de tradiciones orales y de trabajos de otros autores, la mitología en Cantabria recuperó la importancia que en su día tuvo estas tierras verdes infinitas.