La ibogaína es un alcaloide con efectos alucinógenos que estimula el sistema nervioso central dando un efecto parecido al de las anfetaminas. Tomado en altas dosis provoca alucinaciones y la sobredosis provoca convulsiones, arritmias o incluso paro cardiorespiratorio. Químicamente, se trata de un alcaloide indolico que se obtiene de un arbusto africano Tabernanthe iboga, originario del Congo y Gabón. Es usada tradicionalmente en Gabón en ceremonias de la religión Bwiti. Investigaciones científicas han demostrado que la ibogaína tiene una notable capacidad para tratar la dependencia física asociada con los síndromes de abstinencia a drogas como la heroína, la metadona y otros opiáceos, por lo que se usa como fármaco en el tratamiento de estas adicciones. Es una sustancia prohibida en pocos países, siendo legal en casi todo el mundo.

Tradicionalmente, en la cultura Bwiti la iboga no se utiliza para curar la drogodependencia. Se utiliza en los ritos de paso de los adolescentes o en ceremonias de sanación para hombres y mujeres. En el curso de cinco días, con la ingesta de esta planta, se desarrolla un proceso de muerte-renacimiento, el cual es cuidadosamente guiado por la comunidad mediante la realización de una serie de rituales en los que muchas personas toman parte; una muerte simbólica del adolescente o del mal cede el paso al nacimiento del adulto o de la persona sana.

Una cucharada de la raíz hecha polvo es la dosis activa más baja de acción estimulante. Una dosis media con efectos visionarios comienza, según el peso de la persona y su sensibilidad.

En cuanto a su alcaloide, la ibogaína, las dosis para tratamiento de dependencias sueñen ser de 10 miligramos por kilo de peso en hombres y 9 miligramos por kilo de peso en mujeres. Sin embargo, hay que tener en cuenta que estas dosis pueden llegar a ser letales para ciertas personas con problemas cardiacos o tensión alta.

Efectos

Los principales efectos de la iboga comienzan aproximadamente entre 40 y 60 minutos después de la ingestión y duran entre 8 y 12 horas, aunque los efectos residuales de bienestar pueden durar hasta 96 horas. «Es un psicodélico de largo efecto, parecido al LSD pero aún más estimulante». Las dosis medias de iboga estimulan el Sistema Nervioso Central, ocasionando un aumento en el estado de alerta y en la capacidad mental. Las dosis mayores, pueden provocar náusea, vómito, disociación corporal, temblores, cambios en la presión sanguínea y depresión respiratoria. Hasta 10 horas después se pueden observar ciertos efectos visuales con los ojos abiertos, y un estado parecido al sueño lúcido.

También es importante tener en cuenta que la ibogaína tiene una serie de factores de riesgo: disminuye la frecuencia cardiaca y prolonga el intervalo QT en el electrocardiograma. Las personas con problemas cardíacos pre-existentes, tales como vulnerabilidad a los ataques cardíacos, arritmias, etc., deberían descartar esta opción de tratamiento. Cuando se forman coágulos de sangre en las venas, existe el riesgo de embolia pulmonar (por ejemplo, después de viajes largos en avión), por lo que es necesario esperar un tiempo después de haber realizado un viaje largo antes de someterse a un tratamiento con ibogaína. Reduce la tolerancia y potencia la toxicidad de estimulantes, opiáceos y otras drogas, por lo que nunca deben combinarse puesto que pueden causar la muerte.

La ibogaína nunca debe combinarse con ciertos alimentos o medicamentos tales como aquellos que son metabolizado por las enzimas CYP2D6 (por ejemplo pomelo, quinina, etc.) Los efectos psicoactivos también pueden causar complicaciones en personas con antecedentes de enfermedad mental, incluyendo trastornos de personalidad y psicosis. Para un tratamiento seguro son esenciales una adecuada selección psiquiátrica y física, incluyendo ECG de esfuerzo o 24 horas de monitoreo holter, un análisis de sangre (CBC) y una prueba de enzimas hepáticos (AST / ALT). Un factor de riesgo adicional también puede ser la utilización de diferentes materiales vegetales basados en la iboga, como la corteza de la planta o su raíz pulverizada o incluso extractos que contienen, además de la ibogaína, otros alcaloides.