Ya estábamos separándonos. Ya estaba echándolo de menos. Qué horror. En apenas unos días, un par de aventuras y unos cuantos (muchos) revolcones ya me había quedado tonta por él. Ya lo extrañaba estando en casa. Ya me tiraba sobre la cama contando las horas que faltaban para volver a verlo. Ya me tiraba mi tiempo arreglándome y poniéndome sexy y atractiva para provocarlo. Ya hacía collages con el Paint de fotos nuestras. Madre mía, estaba enferma. Era lo mismo que empecé a sentir por Eric y había cortado por lo sano. ¿No debería repetirlo? Cortarlo por lo sano. La droga me atontó y me hizo decirle esas cosas que no debería haberle dicho. Ahora igual se haría ilusiones y sería peor si le dijera de alejarnos.

Lo peor es que, a diferencia de Eric, no quería dejarlo…

Vaya mierda.

 

Siguiente